La Caja de Zapatos (Continuacion 3)

Durante los primeros minutos en el café, después de ordenar y curiosear algunos detalles de la decoración del lugar, se sentaron en un cómodo sofá. Sara se recargó en el pecho de Max mientras éste le echaba el brazo por encima para abrazarla. Ella suspiró y le dijo que lo amaba al tiempo que lo abrazaba con fuerza. Él estaba pensativo, le respondió con un beso en la frente. En ese momento llegó su orden y se dispusieron a beber cafés.
-Hay algo que no me cuadra.-
Replicó Max.
-Si supuestamente Romel no existe, ¿Cómo es que comió con nosotros? Además eso significaría que las personas de la fonda también pudieron verlo. ¿Tú qué piensas amor?-
Sara lo miró y bajó su taza de café, la puso sobre la mesa y se acomodó en el sillón para quedar de frente a él.
-¿Lo viste Ordenar? Porque yo no le presté mucha atención y si hago memoria no recuerdo que ninguna de las muchachas que atendían se hubieran acercado. Solo de pronto se paró junto a nuestra mesa y nos pidió acompañarnos amor. También dijo que pasaba seguido por ahí, me confunde un poco pero creo que ésto realmente está pasando. -
Max asintió sin decir nada, sopló despacio su taza, tomó un sorbo de café y añadió:
-Si, tienes razón, tampoco recuerdo haberlo visto ordenar nada ni que alguien le llevara comida a la mesa. Me da un poco de temor acudir a la fonda para salir de dudas, pero también pienso que ese cabo suelto es una buena pista. No se me quita de la cabeza la posibilidad de que todo ésto sea planeado. Le mandaré un mensaje a Joaquín sin darle detalles, no lo creería, pero para decirle donde estamos y con quien hemos hablado.-
-Si amor, me parece buena idea. -
Respondió Sara.
Todavía no se terminaban sus postres cuando Max, sentado de frente a la ventana que daba al callejón, se quedó congelado al ver que en la acera de enfrente, parado en la esquina estaba Romel observándolos. Al percatarse de que Max lo había visto, se dió la vuelta y se marchó. Acto seguido Max se levantó sin decirle nada a Sara y salió de inmediato del café para alcanzar a Romel, mientras sentía que su corazón palpitaba de manera frenética.
Al doblar la esquina, casi se estrella con un señor que lo tomó por los brazos para evitar el choque y la inminente caída. Max ni siquiera se disculpó, su reacción fue hacer a un lado al señor para ver que el callejón se encontraba vacío.
-El hombre que estaba caminando antes que yo por ésta acera, con el traje y corbata ¿pudo ver a dónde se metió señor?- Preguntó Max totalmente perturbado.
Fue entonces que llegó Sara al lugar corriendo, también confundida por la repentina salida de Max del café.
-¡Estaba aquí Sara, yo lo vi! Romel estaba parado aquí observándonos, corrí para alcanzarlo pero desapareció. -
-No había nadie caminando Joven-
Respondió el hombre, mientras le sonreía amablemente a Sara.
-Usted salió de la nada y casi chocamos pero no había nadie caminando antes que usted.-
Dicho eso el señor se despidió brevemente de Sara con un movimiento de mano y se marchó. Ella tenía tomado de los brazos a Max como sosteniéndolo, parecía que se iba a desmayar de la impresión.
-Ahí tienes tu señal amor.-
Dijo Sara.
-Él quiere que hagas algo, no sé si buscarlo, si ir a la casa, si tiene algo que ver la Caja de Zapatos no sé, pero lo que no me termina de convencer es ¿porqué evitó que rentáramos la casa?-
Max se tranquilizó y le pidió a Sara volver al café. Apenas iban a dar las 6 de la tarde, ya empezaba a oscurecer y se tenía que tomar una decisión.
Ya de regreso en el Café, pasaron unos 30 minutos en los cuales ambos estuvieron callados, tratando de armar un Rompecabezas en su mente con los acontecimientos recientes.
De pronto, Max volteó a ver a Sara y le preguntó:
-¿Crees que debamos ir a la Casa Roja o vamos a hablar con el señor Anselmo primero? -
Sara lo tomó de las manos y respondió:
-Lo que tú quieras hacer, estoy contigo. Creo que todo ésto es algo mágico, como salido de una historia del cine, pero real. No somos ricos Max, ¿quién querría robarnos?
(.....)