Historias de Casas Embrujadas y Folklore Mexicano

Gustavo era lo que puede considerarse como un muchacho autodidacta, ya que aunque no había recibido la correcta instrucción académica, buscaba siempre la manera de aprender lo más posible utilizando las herramientas que tenía a su alcance. Por ejemplo, gracias a que uno de sus vecinos trabajaba como maestro en una escuela primaria, aprendió a leer y escribir a los cinco años de edad. Después ya durante su adolescencia logró terminar su educación básica. Poco después encontró trabajo en un supermercado y obtuvo el dinero suficiente para inscribirse en una preparatoria abierta. Su mayor deseo era el de convertirse en un profesionista para poder salir adelante. Sin embargo, las cosas se le fueron complicando, pues su padre enfermó gravemente y tuvo que invertir gran parte de sus ahorros en gastos hospitalarios. Con el poco dinero que le quedaba, compró una computadora usada, pues le gustaba escribir en sus ratos libres cuentos y leyendas de terror. Uno de esos días en los que buscaba

Esto paso hace mas de 12 años aproximadamente vivo en Torreón coahuila y en la región se acostumbraba a procesar algodón y había edificios muy grandes llamados despepites o almenos así los conocíamos en la región. Eran edificaciones muy grandes, eran como piramidales de puro aluminio, no encontré una foto exacta pero era parecido a estas imágenes:   (en la segunda imagen la pirámide de la derecha es mas parecida) Cuando la ciudad empezó a crecer estas edificaciones quedaron abandonadas y una de estas es donde se centra la historia, era un terreno muy grande, la mayoría del terreno estaba rodeado de terreno valdio con césped ya seco y con todo tipo de mala hierba (era logico pues el lugar estaba abandonado)y en el centro la edificación, también cabe mencionar que todo el terreno estaba cercado por mallas metálicas para evitar su paso, aunque ya estaban en muy mal estado la vdd si alguien quisiera entrar no tendría ninguna dificultad pues podías trepar escalando por la malla pasar

Lo alzó con sumo cuidado, tomándole por la cabecita calva con una de sus manos, tal como se deben alzar los bebes ,desde luego. Su preciosa carita rosada lo miró con asombro. Le sonrió mientras movía sus manitos en el aire, agitándolas, abriéndolas y cerrándolas, contrayendo sus regordetes deditos como queriendo atrapar tanta felicidad. Era un niño hermoso: 10 meses de vida no son suficientes para borrar ninguna hermosura. Llevaba puestos unos preciosos escarpines celestes de lana, lo cual deletaba su condición de varoncito, y un moño rojo alrededor del cuello, lo cual delataba que sus padres eran superticiosos. Lo meció suavemente y esto bastó para que comenzara a reir. La cruz que llevaba él colgando de su velludo pecho con una cadena de plata le llamó la atención al pequeño por su brillo e intentó tomarla entre sus deditos.. -Cuchi, cuchi, cuchi...- le dijo mientras con uno de sus dedos le hacía leves cosquillas en los coloridos cachetes. Un bebé saludable y de buen peso.Comen