Historias de Casas Embrujadas y Folklore Mexicano

La siguiente historia es un recuento de algo que me sucedió cuando tenía aproximadamente siete años. Mientras crecía y comprendía cosas, me di cuenta que era imposible aquello hubiera sucedido en realidad, pese a que no puedo desechar la sensación de que así fue.   Aconteció en Tokio, en una estación de Metro. Estaba parado al lado de mi padre cuando vi a aquel demonio, un ser peludo monstruosamente alto con alas cubiertas de piel negra y un hocico parecido al de un oso hormiguero. Probablemente lo estaba viendo desde hacía diez minutos hasta que finalmente habló, un murmullo suave que iba dirigido exclusivamente a sus oídos. “Este humano empieza a aterrarme”, dijo. “Parece que está mirándome directamente”. “Te estoy viendo justo a ti”, le dije. El demonio dio un pequeño salto por la sorpresa. “¿Puedes verme?”, preguntó. “Sí. ¿No pueden verte los demás?”. “No, a menos que estén en la quinta dimensión”. “¿Me encuentro en la quinta dimensión?”, le pregunté. “Tu mente

Éramos un grupo de cuatro adolescentes que compartíamos el gusto por la música. Teníamos una pequeña banda que nos juntábamos a tocar los fines de semana. Ese día, un amigo nos invitó a su casa. Yo era, por así decirlo, el nuevo del grupo y nunca había ido allí; todos decían que allí espantaban.  Mi amigo tenía un restaurante en la parte de abajo. Comimos y estuvimos platicando un buen rato. Era temprano, eran como las tres de la tarde, cuando nos dijo que había comprado una nueva batería. Yo tocaba la batería para la banda, él quería aprender, y de inmediato le dije que fuéramos todos a verla. Nadie quiso, todos se miraron como compartiendo un secreto.  vayan ustedes - dijo uno de mis amigos, mientras encendía un cigarro - nosotros los esperamos aquí. - todos asintieron rápidamente. Pinche putos, no sean cobardes - les respondió el dueño de la casa. Yo no dije nada, solo me encogí de hombros, y seguí a mi amigo. Fue como regresar en el tiempo. Las paredes eran una combinación de

Al venir de Oaxaca hacia la Capital, mi abuela no tenia casa propia por lo que fue difícil la situación. Mi abuela trabaja y la hermana mayor también, afortunadamente pudieron educarse hasta el bachillerato tecnológico mi madre y su hermana menor (una en corte y confección y la otra en secretariado). Esto ayudo a que lograran conseguir una vivienda ya que por ese tiempo todavía la ciudad no estaba sobrepoblada con ese entonces. La primera vez no se pudo concretar nada, fue hasta después se dio algo en Iztapalapa donde antes era el tiradero de basura, recién satinizado y acoplado. por allá del 84.  Se preguntaran de ¿Por que esta importante la casa? Por que ahí fue donde se dieron situaciones y una en particular que me marco profundamente. Antes de llegar a vivir déjenme contarles como era la situación de mi madre, como lo mencione antes, ella se lleno de secretos por ejemplo mucho antes de mudarnos ella tuvo a mis hermanas mayores y ellas no compartieron el mismo padre. A pesar de eso

Las hermanas de mi mamá son muy diferentes entre si, como ya lo dije solo sobrevivieron 3 mujeres a las cuales mi abuelo las consentía mucho. Preocupado de que los negocios no iban tan bien el se decidió irse a Estados Unidos cuando ellas apenas eran adolescentes, Mi madre también dice que se fue de cabroncete porque la relación con mi abuela no era muy buena despues de la muerte de los niños. Mi abuelo hizo mucha falta porque en ese tiempo, cuando mi tía cerca de 18 años estaba en platicas con un joven que la pretendía. No era el mejor partido pero si se negaba mi tía ya en ese entonces ya se la jugaba a quedarse soltera. Se la jugó... y  desprecio al muchacho.  Nunca preguntamos porque mi tía se había negado, digo muy su bronca pero de ahi empezaron achaques que le duraron hasta el final de su vida. De repente un día le empezó a crecer el estomago, era muy raro porque parecía que tenia una pancita de embarazada pero era una hinchazón en el vientre que venia del hígado y estomago. Poc