El Callejón Pirata

Leyenda Campechana

Según registros en los anales campechanos, existió un pirata nativo de la villa de Campeche llamado "Román". Se dice que durante el apogeo de la piratería en Campeche, el Pirata Román entró una noche al templo de San Román decidido a robar las joyas que pendían de los ropajes del Cristo Negro. Entró en silencio al recinto y acercándose a la imágen levantó el puñal (cuchillo) que llevaba decidido a despojar al crucifijo de todas sus joyas.

Sin embargo al contemplar la imágen del Cristo y observar su rostro delicado, sintió vergüenza de su acción y arrepentido intentó huir. En su carrera, soltó el cuchillo que llevaba en mano el cual al hacer ruido despertó a los frailes que dormían en el convento. Román tomó su puñal y salió del templo, huyó por un pequeño callejón cercano a la Iglesia y se embarcó hacia el océano.

Años después, cuando había conseguido muchos tesoros en su oficio de pirata, volvió a Campeche arrepentido de sus tropelías y entrando por el mismo callejón, se dirigió al templo de San Román donde ofreció todos sus tesoros al Cristo. Pero el mejor y más bello regalo fue la muestra de arrepentimiento que colocó a los pies de la imágen: el mismo puñal con el que alguna vez intentó herir al Cristo Negro, pero ahora el cuchillo estaba bañado en oro puro y tenía la inscripción "Santo Cristo de San Román, nadie puede herirte".

Los pobladores de Campeche, viendo tan noble acción, decidieron llamar al callejón por el cual havía pasado el pirata Román como "El Callejón del Pirata", el cual subsiste hasta el día de hoy custodiado en sus entradas por dos cañones de la época de la piratería.
 

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