LA DOBLE CONDENA 😱😱😱
Comencé a trabajar de carcelero hace unos 8 años. DÃa a dÃa tengo que cuidar que las cosas se mantengan en orden, cuidar que los reclusos estén presentes a la hora del pase de lista y cuidar que no se hagan daño entre ellos. La experiencia me ha hecho un tipo fuerte y poco sensible ante los problemas y la vida de los reclusos, pero fue cuando recién comenzaba cuando conocà a un hombre apodado “come lumbre”.
Roberto más conocido como el “come lumbre” tenÃa 5 años de interno, cuando yo llegué a trabajar al CERESO donde él estaba preso, me habÃan dicho que tuviera cuidado con él, que era una persona un poco difÃcil de tratar. Era su segunda estancia en el penal y esta vez habÃa sido por homicidio. Anteriormente habÃa estado preso por robo, era conocido entre los reclusos por su pasividad ante las situaciones de peligro pero también por su gran ferocidad cuando se trataba de pelear con alguien.
Una noche estaba yo de guardia en una de las oficinas, cuando detrás de mi vi pasar a alguien vestido con ropa de recluso, o al menos en el reflejo de las vitrinas frente a mÃ, asà parecÃa. Salà de inmediato a ver quién era y no vi a nadie, caminé por el pasillo solitario y seguÃa sin ver a nadie, entré a inspeccionar un baño al final del pasillo y ahà estaba “come lumbre”, orinando como si nada.
-Recluso, tú no puedes estar aquà –Le dije con mucha seriedad, pero él no respondÃa- Hey, recluso, te estoy hablando.
-Déjame en paz, yo siempre vengo a este baño. Tengo permiso del director.- Me dijo el hombre sin voltear a verme.
Yo no sabÃa qué hacer, me asomé por la puerta en busca de algún compañero para sentirme más seguro, pero no veÃa a nadie. En ese momento se me ocurrió sacar mi pistola y le dije, sal de aquà con las manos a la vista y te acompaño a tu celda, pero no funcionó, el hombre volvió a decirme que lo dejara en paz.
Decidà salir del baño y esperar a que saliera el hombre, en ese momento mi superior apareció buscándome.
-Juárez, ¿Dónde estabas? No hay nadie en la oficina – Me dijo enojado.
-Señor yo estaba ahÃ, pero un recluso pasó y se metió a este baño, estoy esperando a que salga para llevarlo a su celda.
-¿Un recluso? Los reclusos están encerrados desde hace horas, yo mismo estuve en el pase de lista.
Entramos al baño de prisa, tratando de evitar que el hombre escapara, pero no habÃa nadie. Absolutamente nadie.
Le juré a mi superior que yo habÃa hablado con el “come lumbre”, que incluso me habÃa dicho que él tenÃa permiso de estar ahÃ, pero no me creyeron. Tres custodios fueron a buscar a “come lumbre” a su celda y ahà estaba, dormido, cobijado con una delgada sabana, nadie lo vio salir de su celda, al parecer fui el único que lo vio esa noche.
Ante los ojos de mis superiores y demás compañeros habÃa quedado como un pendejo, toda la noche me quedé pensando en eso, no tenÃa miedo, solo trataba de asimilar qué habÃa pasado; era el cansancio –me dije-, no me habÃa tocado trabajar toda la noche hasta que entré a trabajar ahà y posiblemente eso me habÃa afectado.
Pasaron unos 3 meses y me cambiaron al turno de la mañana, podÃa convivir más con los reclusos. Poco a poco fui teniendo mis conexiones con los internos, ya saben, en la cárcel hay todo un mercado y una enorme red de negocios clandestinos de la que todos los que ahà trabajamos formamos parte y fue eso lo que me hizo acercarme a gente como Roberto, alias “Come lumbre”.
“Come Lumbre” hablaba poco, de hecho tampoco era muy bueno relacionándose, pero no era un ermitaño. TenÃa ciertos conocidos de tiempo atrás que lo veÃan con mucho respeto, casi con miedo. Siempre estaba rodeado de gente que parecÃa cuidarlo, pero nunca parecÃa estar en peligro. Todo a su alrededor era misterioso, todo de él, sus antecedentes, su historia familiar, incluso sus delitos cometidos se habÃan hecho en un ambiente bastante misterioso. Fue por eso que quise conocerlo más.
Traté de ganarme su confianza poco a poco, pero no me dejaba acercarme mucho. Comencé a investigar con otros reclusos y lo que me decÃan era muy vago, nada concreto, solo sabÃan que el tipo en las calles era muy respetado por sus negocios y que de vez en cuando hacÃa trabajos por encargo.
Una tarde cuando me preparaba para el cambio de turno, caminaba por el patio del penal con rumbo a nos salones donde toman clases los reclusos cuando escuché una voz que me hablaba desde un pasillo:
-Juárez, por aquÃ… -Me decÃa el hombre mientras hacia un ademan indicando que fuera hacia él.
-¿Qué pasó Come Lumbre?, ya deberÃas estar guardado –Le dije con voz baja y tambaleante.
-Necesito un favor, tengo que mandar esto para afuera –Dijo mientras se tocaba el bolsillo de la camisa- tiene que ser hoy y pues tú ya vas a salir.
-No puedo brother, traigo rotos los bolsillos –le dije, lo que significaba que necesitaba dinero para hacerle el favor.
_Por dinero no te preocupes Juárez, si tú me ayudas con esto, mañana mismo tienes el pago en la puerta de tu casa. Nunca le he quedado mal a nadie –Dijo con una mirada seria y fija.
Sin duda el tipo sabÃa que era capaz de provocar miedo en la gente, su baja estatura, su mirada casi sin semblante, su piel gruesa y llena de marcas, la nariz ancha y prominente y esa dentadura falta de piezas y amarilla, podÃan sin duda provocarte una sensación de hastÃo. Aceptabas a sus peticiones solo para dejar de verlo.
Acepté hacerle el favor y él sacó de su bolsillo una hoja doblada en forma de sobre color rojo, el sobre cabÃa en la palma de mi mano, pero contenÃa algo que pesaba, no parecÃa tener nada de valor, pero se sentÃa como cuando cargas una bolsa llena de monedas de un peso.
-¿Qué es? –Le pregunté.
-Es algo destinado para una persona, lo único que tienes que hacer es sacarlo de aquà y afuera en la parada de camiones te va a estar esperando una mujer, va a preguntar por tu nombre y te dirá que va de parte de “Yobal”, en ese momento y sin decir nada, le entregas el sobre y ya. Mañana en la mañana tendrás tu pago.
Yo lo escuchaba con atención pero no le quitaba la vista al sobre, me parecÃa muy extraño, no podÃa creer que pesara tanto para no tener “nada” adentro. Solo alcance a responder:
“Si mi buen come lumbre, yo se lo entrego” y comencé a caminar hacia la oficina.
Ah y Juárez… No vayas a abrir el sobre, no es para ti, si lo abres no hay pago. –Me gritó.
Esa tarde termine de arreglar mis cosas y firme mi salida, en el bolsillo del pantalón llevaba el sobre, caminé hasta la parada de camiones y esperé. Dos mujeres se acercaron, pero ninguna me dirigió la palabra, dejé pasar 2 camiones de mi ruta esperando a la mujer que no llegaba. La curiosidad me invadÃa, querÃa saber porque pesaba el sobre y que era lo que contenÃa. Eché un vistazo a ambos lados de la banqueta y vi que nadie se acercaba, me aleje de la parada hacÃa un callejón y ahà abrà el sobre.
Una serie de palabras en latÃn, no conocÃa ninguna, de hecho no recuerdo todas pero logre identificar una que se parecÃa mucho a su sinónimo en español: “MALEDICTUS”. El sobre no contenÃa nada en su interior, era una simple hoja de papel color rojo doblada que tenÃa en la parte interior una especie de carta en latÃn, debe ser una broma –pensé-, ¿cómo es que si no traÃa nada pesaba tanto? Volvà a cerrar la carta de la misma forma en que me la habÃan entregado y regresé a la parada de camión.
Una mujer de aspecto raro estaba ahà parada, buscaba a alguien; me buscaba a mÃ.
-¿Eres Juárez? –Me dijo con una voz suave que contrastaba con su cara.
-SÃ, soy yo.
-Vengo de parte de Yobal.
Después de escuchar “la clave”, saqué la carta de mi bolsillo y se la entregué en las manos, las cuales tenÃa cubiertas con guantes negros como de piel. Me pareció muy extraño que ya en ese momento la carta no pesaba nada, era solo un pedazo de papel, común y corriente. La mujer se fue caminando hasta que abordó un taxi, yo por mi parte, me fui a mi casa en un camión.
Esa noche en casa todo bien, la rutina familiar era la misma. Yo en aquellos años comenzaba a vivir con mi esposa y tenÃamos a nuestra primera hija, todo iba relativamente bien. Hasta esa noche.
Esa noche como a las 11 de la noche unos fuertes golpes en la puerta nos pusieron en alerta, tres golpes que parecÃan patadas y que se escuchaban aún más estridentes porque la puerta estaba hecha de lámina. Salà a abrir la puerta de inmediato, salà molesto, no eran horas para estar tocando asà la puerta, pero mi sorpresa fue que no habÃa nadie.
Regresé a la recamara y le dije a mi esposa que seguro habÃa sido una broma de algunos chamacos, que si volvÃan a patear la puerta iba a salir y les iba a pegar de balazos, cuando de pronto la puerta volvió a recibir una serie de golpes. Salà corriendo y de nuevo nada, pero en la calle tampoco habÃa nadie, salà de la casa en busca de los bromistas, pero no veÃa a nadie, me acerqué a la casa de un vecino para preguntarle si no le habÃa sucedido lo mismo, pero nada. Ya me encontraba molesto e incluso decidà dormir en la sala para poder atrapar a quien golpeaba mi puerta.
Toda no noche no pude dormir, si no era la puerta era la ventana de la cocina y si no era mi hija teniendo pesadillas, fue una noche muy pesada. Al otro dÃa me alistaba para regresar al trabajo cuando mi esposa me avisó que un hombre me buscaba y que decÃa llamarse Yobal.
-Buen dÃa, ¿En que lo puedo ayudar? –Dije mientras terminaba de ponerme la camisa del trabajo.
-Buen dÃa amigo, mi nombre es Yobal, estoy aquà para pagarte, tal como lo dijo Roberto -Me dijo con una vez casi robótica, como de comerciales de televisión-, solo quiero saber si cuando entregaste el sobre, este seguÃa cerrado.
-SÃ, yo lo entregué tal y como me lo dio Roberto –Le dije visiblemente nervioso, de eso dependÃa el pago.
-Está bien, entonces no hay problema alguno, dentro de esta bolsa está tu pago. CuÃdalo bien.
El hombre me entregó una pequeña bolsa de terciopelo verde y se marchó. De inmediato abrà la bolsa y comencé a contar los billetes que tenÃan en su interior, eran 5 mil pesos en billetes de 500, tomé 3 billetes para mà el resto lo dejé en la bolsita y se la entregué a mi esposa.
Ese dÃa intenté buscar a “Come Lumbre” en su celda, pero no lo encontraba, lo busque en la zona del patio pero no lo veÃa, pregunté a otro custodio por su paradero y me dijeron que habÃa sido llevado al hospital por un problema del hÃgado. Seguramente lo van a operar –me dijeron- porque se fue escupiendo sangre.
Dejé de ver al hombre durante 3 dÃas, los mismos que estuvo internado, en mi casa todo estaba mal. Mi hija se cayó en el baño y se habÃa fracturado un brazo, mi esposa me marcó asustada porque dice que cuando llegó de hacer las compras, la casa estaba abierta, pensó que alguien habÃa entrado a robar, pero que no faltaba nada y tampoco habÃa encontrado a nadie. Las noches seguÃan siendo imposibles, no descansaba nada. Ruidos, pesadillas, la misma tuberÃa del baño se rompÃa todos los dÃas, incluso cambiamos casi toda la instalación del baño y se seguÃa rompiendo en el mismo lugar.
Tantos dÃas sin poder descansar, me tenÃan de mal humor, ya hasta me habÃa olvidado de hablar con “come lumbre”, hasta que una tarde en mi dÃa de descanso vi salir de la recamara de mi hija a Yobal. De inmediato salà de mi recamara para verlo y ya no estaba ahÃ. Mi hija estaba durmiendo, pero por más que yo intentaba despertarla, no lo conseguÃa. Entre mi esposa y yo la sacamos de la casa para llevarla al hospital y fue recién ahà cuando despertó.
Una vez despierta, nos dijo que se le habÃa subido el muerto, que ella veÃa y escuchaba todo, pero que no se podÃa mover ni hablar, ella intentaba gritarnos, pero no podÃa. Se morÃa de miedo ella juraba que en todo momento nos acompañaba un hombre, pero que una vez despertó ya no lo veÃa. Pedà que nos describiera a ese hombre y nos dijo: Alto como de tu tamaño –el mÃo-, cabello largo y canoso amarrado con una coleta, cejas pobladas, labios gruesos, piel morena y cara redonda, en las manos tenÃa muchos anillos y usaba un pendiente de oro en la oreja izquierda.
Mi hija dice que nunca habÃa visto a ese hombre, mi esposa tampoco, pero yo sÃ, la descripción era la de aquel hombre que se presentó en mi casa como “Yobal”. No dije nada, sabÃa que tenÃa que hablar con “Come Lumbre” y averiguar en qué me habÃa metido.
Al dÃa siguiente en el trabajo fui directo a verlo, fuimos a una de las aulas y ahà nos encerramos.
-Roberto, no sé en qué me metiste, pero necesito que me saques de eso, si quieres tu dinero, aquà tengo los 5 mil pesos, pero no quiero tener nada que ver con lo que sea que tu tengas con ese tal Yobal –Le dije enojado.
-¿Fuiste a ver a Yobal?, tu solo tenÃas que entregar el sobre a la persona que te dije. Nada tenÃas que hablar con Yobal
Hizo una pausa mientras se tocaba los ojos con la mano.
-¿Abriste el sobre verdad?, justo lo que te dije que no hicieras. – Me dijo con mucha seriedad.
Yo lo negué todo, le dije que solo habÃa entregado el sobre y ya. Pero que esa misma noche, comenzaron a suceder cosas extrañas en mi casa, le dije todo lo que estaba ocurriendo desde aquel dÃa, pero mi enojo se fue convirtiendo en miedo y desesperación. Come lumbre me veÃa fijamente, como analizando mis palabras, no decÃa nada, solo me escuchaba. Cuando terminé de contarle todo lo que en mi casa sucedÃa, me dijo:
-Juárez, el sobre no era tuyo y a pesar de mi advertencia, hiciste lo que quisiste. Te dije que si entregabas el sobre al otro dÃa tendrÃas tu pago en la puerta de tu casa. Tu hiciste todo mal, te apropiaste de algo que no te pertenecÃa y aun asà recibiste el pago que creÃste merecer. Ese dinero era una prueba y por lo visto no la pasaste.
-¿Qué era lo que tenÃa el sobre? –Pregunte.
-El sobre tenÃa una maldición, eso era lo que pesaba tanto ahà dentro. – Me respondió.
El hombre se dio la vuelta y comenzó a caminar, yo lo detuve del brazo y le exigà que me ayudara. Come lumbre solo me dijo: “no me vuelvas a tocar”, con una mirada que nunca le habÃa visto.
Los dÃas pasaban y las cosas en casa se ponÃan cada dÃa peor, con mi esposa tenÃamos peleas por cualquier cosa y mi hija decÃa ver gente caminar por la casa en forma de sombras y escucharlas repetir palabras en otro idioma. DecÃa escuchar voces demoniacas que salÃan del baño y de mi recamara. Pero al parecer solo ella podÃa escucharlas. Me obsesioné con “come lumbre”, algo me indicaba que él sabÃa más de lo que decÃa. Ya habÃamos intentado con supuestas brujas, médiums e incluso un padre fue a bendecir la casa, pero las cosas seguÃan sucediendo.
Una mañana llegué al trabajo y mi jefe me citó en su oficina, ahà dentro me dijo que me iban a suspender sin goce del sueldo porque tenÃa una demanda de abuso, la persona que me acusaba decÃa tener un video mÃo golpeando a su padre y a su hijo. La corporación no podÃa hacer nada, vimos el video y el tipo golpeador se parecÃa mucho a mÃ, pero yo sabÃa que no era asÃ.
Mientras estuve suspendido, me puse a investigar todo lo que pude sobre “Come lumbre”, un amigo me facilitó fotos de su expediente. Comencé a frecuentar de manera periódica el barrio en donde se supone vivÃa, comencé a acercarme a lugares que intuà podÃa frecuentar, todo lo que escuchaba de él era muy vago, nada me decÃa realmente a que se dedicaba, ni la gente con la que convivÃa.
En la casa el dinero faltaba, vivÃamos al dÃa y yo tenÃa ya un mes sin recibir sueldo, mi esposa poco podÃa aportar haciendo comida para vender, por lo que tuve que buscar trabajo como velador en una Bodega de plásticos cercana. Ahà conocà a Trinidad, un hombre de edad avanzada que pasaba todas las noches a buscar cosas en la basura para después irlas a vender, diario me pedÃa permiso para llevarse cosas que según él, tenÃan valor. Una noche aquel hombre me contó una historia sobre una mujer que habÃa vendido a su hijo para pagar una deuda que tenÃa con un prestamista.
La mujer de la historia se dedicaba a la prostitución y era drogadicta, habÃa estado pidiendo prestado para pagar su vicio hasta que ya no pudo, cierto dÃa una pareja se acercó a ella y le ofreció dinero a cambio de entregarle a su hijo de 3 años de edad. La mujer aceptó y no volvió a ver a su hijo, pues la mujer murió 1 semana después en condiciones muy extrañas.
Con el tiempo descubrieron que la pareja habÃa comprado al niño con la intención de “entregarlo” a una entidad oscura a cambio de recibir poderes para convertirse en brujos de magia negra, pero que la mujer se habÃa arrepentido y mató a su esposo en la ceremonia donde tenÃan que entregar al niño, entregando al esposo en su lugar.
El niño y la mamá tenÃan fama de ser satánicos, el muchacho creció y se dedicó a andar en la calle robando y vendiendo lo robado, siempre protegido por las fuerzas oscuras a las que él y su madre se dedicaban.
Yo no sabÃa porque me contaba todo esto don “trini”, nunca habÃamos platicado tanto tiempo, por eso lo interrumpÃ:
-Oiga don Trini, pero para que me cuenta todo esto, esa historia ocurrió en sus tiempos, esa gente ya hasta se ha de haber muerto.
El hombre se quedó callado e hizo un gesto de decepción, se agachó por sus bolsas y me dijo:
-Tienes razón muchacho, nada tiene que ver contigo. Pero si te lo digo es porque si no te deshaces de él, él se va a deshacer de ti.
El hombre se fue caminando por donde vino. Esa noche estuve muy intranquilo, no entendÃa lo que me trataba de decir el hombre y tampoco sabÃa que tenÃa que ver con la historia. Al otro dÃa esperé a don Trini con una jarra de café para poder platicar. El hombre llegó como todas las noches y lo invité a sentarse a tomar café y pan.
-Oiga don Trini, perdón que ayer no lo dejé terminar su historia, pero me quedé muy intrigado, termine de contármela hoy. –Le dije casi disculpándome.
-Ah, quieres saber de quién te hablaba verdad?
-Jaja, la verdad es que sÃ, siempre he sido muy curioso.
-Cuidado con esa curiosidad muchacho. Hay quienes han perdido todo por buscarle tres pies al gato.
El hombre se sentó sobre una cubeta y comenzó:
“Ayer te dije que madre e hijo se dedicaban a la magia negra, bueno el muchacho tenÃa fama de que nada le podÃa pasar, se decÃa que todas las mañanas rezaba un rosario de su libro negro, que no es la biblia eh, es otro libro que usan ellos para conectarse con demonios y entidades oscuras”.
“Bueno el muchacho rezaba sus oraciones a su demonio y supuestamente eso lo tenÃa a salvo sin importar el peligro, a cambio él tiene que entregar cada cierto tiempo a alguien para seguir manteniendo su poder, cada vez que no logra cumplir con la fecha, el demonio le quita 5 años de vida natural. Hoy en dÃa el muchacho debe verse como de 60 años o más y eso que debe tener menos de 40, lo que pasa es que ha pasado mucho tiempo preso y ahà no puede entregar tanta gente como quisiera, es preferible estar libre”.
Don Trini contaba y contaba las historias del joven y su madre, una historia cargada de detalles que no puedo recordar a la perfección, pero todas enfocadas a lo mismo, brujerÃa y sacrificios o “entregas” como él les llamaba.
“Esa familia se ha ido cambiando de casa por problemas con la ley y con los vecinos. Durante un tiempo vivieron por mi casa y todos les tenÃan miedo, no solo porque el hijo era un vago ladrón, sino porque, ellos llegaron a vivir ahà porque en su casa anterior intentaron quemarlos vivos. La casa se quemó por completo y a la mujer solo se le quemaron las manos, pero a su hijo nada. Estaban claramente protegidos por algo muy malo. Los vecinos comenzaron a fabricar historias en las que decÃan que el hijo habÃa salvado a su madre, absorbiendo el fuego a su alrededor, desde ese dÃa le comenzaron a decir “el come lumbre”.
“Come Lumbre”!!!, ese apodo me dejó pasmado. De inmediato y sin dejar a don Trini decir una sola palabra, busque en mi celular las fotos que tenia de su expediente y de él, le mostré la foto y le pregunté si hablaba del mismo hombre; me dijo que sÃ.
Busque la fotografÃa donde venÃan sus datos personales y me enfoqué en su fecha de nacimiento. 14 de mayo de 1978 –tenÃa 38 años a la fecha-, pero su cara no coincidÃa con su edad, parecÃa un hombre mucho mayor. Comencé a ver las fotos con más detalle mientras don Trini seguÃa contándome sobre “come lumbre”. En ese momento entró una llamada, era mi esposa.
-Hola amor, ¿pasa algo? Ya es tarde –Le pregunté agitado.
-Acaban de romper la ventana de la cocina con una piedra grande, tengo miedo David, desde que te fuiste he escuchado ruidos en toda la casa y la niña no para de decirme que escucha gritos. Ven por favor.
Colgué de inmediato y le marqué a mi jefe, le expliqué que habÃa ocurrido algo en mi casa y que necesitaba ausentarme esa noche. El hombre muy molesto me dijo que me fuera, pero que no me molestara por regresar y que si algo pasaba durante esas horas serÃa responsabilidad mÃa, no me importó y me fui, don Trini me acompañaba.
-Antes de que llegues a tu casa debes saber algo –me dijo el hombre con un tono de miedo en su voz-, come lumbre y su madre le rezan a una especie de ente maligno llamado Yobaltaban y ellos mismos dicen que ese demonio tiene la capacidad de tomar forma humana para mezclarse entre nosotros y desde que te conocà me di cuenta que fuiste visitado por él, tienes la marca.
Me detuve de inmediato y volteé a ver al hombre.
-DÃgame ¿cómo sabe eso?, ¿quién es usted?
-Hijo, pasé por lo mismo y entre condenados tenemos que apoyarnos –me dijo-, fui vÃctima de ellos hace algunos años. Lo perdà todo, incluso a mi familia, recibà unas monedas de oro y no he terminado de pagarlas. Perdón que te lo diga, pero a estas alturas ya perdiste a tu hijita.
Comencé a correr desesperado, ningún taxi me levantaba, pero no estaba lejos de casa, por lo que decidà seguir corriendo. Llegué llorando a mi casa, buscando a mi hija. Las palabras del hombre me habÃan cimbrado. Corrà a la recamara de mi hija pero no vi a nadie, hasta que un grito que salió del baño me hizo correr hacia allá.
Cuando entré al baño vi a mi mujer sollozando en los brazos de mi hija y con sentada sobre ropa con sangre, de inmediato la llevé al doctor y me dieron la noticia: mi mujer tenÃa 7 semanas de embarazo y esa noche mientras fue al baño, perdió al bebé.
Con mi familia pasamos semanas de sufrimiento, las cosas iban de mal en peor. Obviamente habÃa perdido mi trabajo de velador, pero aun asÃ, todas las noches comencé a ir a esperar a Trinidad a la bodega donde trabajaba.
El hombre me explicó lo de la marca. Me dijo que hace unos años él se acercó a la madre de “come lumbre” para pedirle un favor, necesitaba urgentemente encontrar trabajo porque las cosas no iban bien en casa, sus hijas vivÃan en la misma casa con hijos y ninguna trabajaba, por lo que le urgÃa dinero. La mujer le dijo que necesitaba estar seguro, porque al momento de conocer a Yobal, no habrÃa vuelta atrás. El hombre aceptó desesperado y al dÃa siguiente lo citaron en un cerro a las afueras de la ciudad, le pidieron que llevara un artÃculo personal y alcohol, que ellos se encargarÃan de lo demás.
Una vez en el cerro, caminaron hacÃa una casita hecha con cartones y maderas viejas, por dentro estaba llena de basura, ahà dentro el “come lumbre” comenzó a encender velas de todo tipo y a recitar oraciones muy confusas mientras la mujer bañaba en alcohol a Trinidad.
El viejo habÃa llevado consigo una cadena de oro que le habÃa heredado su madre antes de morir, era su objeto más personal. En el centro de la pequeña casita pusieron un cubo de metal y lo llevaron con hiervas y papeles, echaron un polvo oscuro y un montón de basura, a todo eso le prendieron fuego y arrojaron la cadena de Trinidad, él veÃa impotente esa acción, pero estaba decido a hacer lo que fuera por dinero. De inmediato dos voces diferentes comenzaron a escucharse dentro del lugar, una femenina y otra masculina, la pequeña puerta se abrió y entró un hombre moreno que se presentó como Yobal, sin decir palabra alguna se acercó a Trinidad y le dio una bolsa de terciopelo verde en las manos, dentro de la bolsa habÃan 8 monedas centenario que podrÃan ayudar al viejo a salir de su apuro. La mujer y su hijo se mantenÃan callados con una rodilla en el suelo y la mirada al suelo. Yobal se despidió de Trinidad y le dijo: “Eso vale tu familia, cuÃdala mucho” y se fue de ahÃ.
Al terminar con su ritual, Trinidad preguntó por su cadena y la mujer le respondió que esa cadena ahora estaba en la basura, Yobal le habÃa dado lo que él pedÃa pero a cambio trinidad entregó su vÃnculo familiar, a partir de ese momento él tenÃa 7 lunas llenas para pagar las monedas o de lo contrario la única forma de salir de su condena, serÃa encontrar la cadena de su familia, la cual según ellos “ahora pertenecÃa a la basura”.
Pasando las 7 lunas llenas, las cosas comenzaron a salir mal de manera inmediata. El dinero se lo habÃan gastado en cosas que no les redituaba nada, casi todo se habÃa ido en frivolidades y comida y nunca se preocuparon en pagar su deuda.
Hoy en dÃa Trinidad vivÃa solo, su mujer lo echó de su casa cuando no pudo aportar más dinero, sus hijas también lo culpaban de la falta de dinero y nunca más lo volvieron a buscar. Ambas hijas se enfermaron de cosas graves, sus nietos desde muy pequeños se estaban metiendo al mundo de las drogas y su ex mujer habÃa fallecido a causa de una fuga de gas mientras dormÃa por la tarde. Desde que lo echaron de casa Trinidad se dedicó a pepenar para buscar en la basura la cadena que según “come Lumbre” y su mamá, acabarÃa con su condena.
-¿Ves mis ojos rojos siempre? –me preguntó-, no los traigo rojos por marihuana o porque tenga sueño, esa es la marca de la medición. Poco a poco tus ojos se volverán más rojos hasta que como muchos comiences a llorar sangre.
-¿Qué tengo que hacer para quitarme la maldición? –le pregunté.
-Habla con “come lumbre”, él es el invocador, él tiene la palabra con Yobal.
Un cuñado me ayudó a conseguir un abogado para poder aclarar el caso por el cual estaba yo demandado y suspendido de mi trabajo, al cabo de unos meses eso se resolvió y pude regresar a trabajar. Ahà busque a “come Lumbre” y le pedà que me dijera como quitarme la condena que venÃa cargando, habÃa cometido un error y querÃa arreglarlo.
-Solo yo puedo hablar con Yobal, solo mi voz es escuchada por él y es por eso que mucha gente recurre a mà –me decÃa mientras prendÃa un cigarrillo-, esa condena era para una persona y fue un encargo que me hizo el director del penal.
-Pero si la condena no era para mÃ, ¿por qué tengo yo que pagar por todo? –lo interrumpÃ.
-Abriste la carta e inmediatamente te hiciste acreedor de ella, ahora Yobal te va a consumir por completo, a menos que pagues la deuda original.
-¿Cuánto? –Pregunté.
-No se trata de dinero. Al director del penal le asesinaron a un hijo hace años en Saltillo y ya supo quién fue y lo quiere ver sufrir como a él lo hicieron sufrir,-Me dijo muy serio y siguió- Esa condena se paga con lágrimas de sangre.
Después me explicó que para pagar mi condena tenÃa que causarle dolor al asesino del hijo del director hasta que este no aguantara más. Pregunté dónde podÃa encontrarlo y me dijo que el tipo estaba preso en una ciudad del norte del paÃs que prefiero no revelar.
Después de pensarlo y hablarlo con la familia, decidà alejarme de todo lo que tenÃa que ver con “Come Lumbre”, hoy en dÃa las cosas van bien, podrÃan estar mejor, pero en mi situación no puedo quejarme. Las cosas en mi familia han mejorado, mi hija es adorable y económicamente mi vida se siente bien, él único que no se siente bien soy yo. Soy despreciable.
Hablé con el director del penal y le expliqué lo sucedido con el pedido que le hizo a “Come Lumbre”, al principio lo negó y lleno de ira me dijo que si volvÃa a mencionar el tema me quitarÃa el trabajo, pero yo le ofrecà algo más, le dije que me buscara un cambio al penal donde estaba preso el asesino de su hijo y que yo me encargarÃa de cumplir con la condena, yo estaba ahora igual de interesado que él en que la condena se cumpliera. A partir de ahÃ, el director me puso atención a todo lo que le dije. Seis meses después se dio mi cambio y pensando en la vida y tranquilidad de mi familia, me he dedicado a hacerle miserable la vida a un tipo que no me hizo absolutamente nada.
De Yobal ya no se nada, no lo he vuelto a ver, mi hija tampoco. Entiendo que mientras yo cumpla la condena de aquel hombre, estoy pagando la mÃa. En pocas palabras estoy cumpliendo una doble condena.
Créditos a su autor.
Roberto más conocido como el “come lumbre” tenÃa 5 años de interno, cuando yo llegué a trabajar al CERESO donde él estaba preso, me habÃan dicho que tuviera cuidado con él, que era una persona un poco difÃcil de tratar. Era su segunda estancia en el penal y esta vez habÃa sido por homicidio. Anteriormente habÃa estado preso por robo, era conocido entre los reclusos por su pasividad ante las situaciones de peligro pero también por su gran ferocidad cuando se trataba de pelear con alguien.
Una noche estaba yo de guardia en una de las oficinas, cuando detrás de mi vi pasar a alguien vestido con ropa de recluso, o al menos en el reflejo de las vitrinas frente a mÃ, asà parecÃa. Salà de inmediato a ver quién era y no vi a nadie, caminé por el pasillo solitario y seguÃa sin ver a nadie, entré a inspeccionar un baño al final del pasillo y ahà estaba “come lumbre”, orinando como si nada.
-Recluso, tú no puedes estar aquà –Le dije con mucha seriedad, pero él no respondÃa- Hey, recluso, te estoy hablando.
-Déjame en paz, yo siempre vengo a este baño. Tengo permiso del director.- Me dijo el hombre sin voltear a verme.
Yo no sabÃa qué hacer, me asomé por la puerta en busca de algún compañero para sentirme más seguro, pero no veÃa a nadie. En ese momento se me ocurrió sacar mi pistola y le dije, sal de aquà con las manos a la vista y te acompaño a tu celda, pero no funcionó, el hombre volvió a decirme que lo dejara en paz.
Decidà salir del baño y esperar a que saliera el hombre, en ese momento mi superior apareció buscándome.
-Juárez, ¿Dónde estabas? No hay nadie en la oficina – Me dijo enojado.
-Señor yo estaba ahÃ, pero un recluso pasó y se metió a este baño, estoy esperando a que salga para llevarlo a su celda.
-¿Un recluso? Los reclusos están encerrados desde hace horas, yo mismo estuve en el pase de lista.
Entramos al baño de prisa, tratando de evitar que el hombre escapara, pero no habÃa nadie. Absolutamente nadie.

Ante los ojos de mis superiores y demás compañeros habÃa quedado como un pendejo, toda la noche me quedé pensando en eso, no tenÃa miedo, solo trataba de asimilar qué habÃa pasado; era el cansancio –me dije-, no me habÃa tocado trabajar toda la noche hasta que entré a trabajar ahà y posiblemente eso me habÃa afectado.
Pasaron unos 3 meses y me cambiaron al turno de la mañana, podÃa convivir más con los reclusos. Poco a poco fui teniendo mis conexiones con los internos, ya saben, en la cárcel hay todo un mercado y una enorme red de negocios clandestinos de la que todos los que ahà trabajamos formamos parte y fue eso lo que me hizo acercarme a gente como Roberto, alias “Come lumbre”.
“Come Lumbre” hablaba poco, de hecho tampoco era muy bueno relacionándose, pero no era un ermitaño. TenÃa ciertos conocidos de tiempo atrás que lo veÃan con mucho respeto, casi con miedo. Siempre estaba rodeado de gente que parecÃa cuidarlo, pero nunca parecÃa estar en peligro. Todo a su alrededor era misterioso, todo de él, sus antecedentes, su historia familiar, incluso sus delitos cometidos se habÃan hecho en un ambiente bastante misterioso. Fue por eso que quise conocerlo más.
Traté de ganarme su confianza poco a poco, pero no me dejaba acercarme mucho. Comencé a investigar con otros reclusos y lo que me decÃan era muy vago, nada concreto, solo sabÃan que el tipo en las calles era muy respetado por sus negocios y que de vez en cuando hacÃa trabajos por encargo.
Una tarde cuando me preparaba para el cambio de turno, caminaba por el patio del penal con rumbo a nos salones donde toman clases los reclusos cuando escuché una voz que me hablaba desde un pasillo:
-Juárez, por aquÃ… -Me decÃa el hombre mientras hacia un ademan indicando que fuera hacia él.
-¿Qué pasó Come Lumbre?, ya deberÃas estar guardado –Le dije con voz baja y tambaleante.
-Necesito un favor, tengo que mandar esto para afuera –Dijo mientras se tocaba el bolsillo de la camisa- tiene que ser hoy y pues tú ya vas a salir.
-No puedo brother, traigo rotos los bolsillos –le dije, lo que significaba que necesitaba dinero para hacerle el favor.
_Por dinero no te preocupes Juárez, si tú me ayudas con esto, mañana mismo tienes el pago en la puerta de tu casa. Nunca le he quedado mal a nadie –Dijo con una mirada seria y fija.
Sin duda el tipo sabÃa que era capaz de provocar miedo en la gente, su baja estatura, su mirada casi sin semblante, su piel gruesa y llena de marcas, la nariz ancha y prominente y esa dentadura falta de piezas y amarilla, podÃan sin duda provocarte una sensación de hastÃo. Aceptabas a sus peticiones solo para dejar de verlo.
Acepté hacerle el favor y él sacó de su bolsillo una hoja doblada en forma de sobre color rojo, el sobre cabÃa en la palma de mi mano, pero contenÃa algo que pesaba, no parecÃa tener nada de valor, pero se sentÃa como cuando cargas una bolsa llena de monedas de un peso.
-¿Qué es? –Le pregunté.
-Es algo destinado para una persona, lo único que tienes que hacer es sacarlo de aquà y afuera en la parada de camiones te va a estar esperando una mujer, va a preguntar por tu nombre y te dirá que va de parte de “Yobal”, en ese momento y sin decir nada, le entregas el sobre y ya. Mañana en la mañana tendrás tu pago.
Yo lo escuchaba con atención pero no le quitaba la vista al sobre, me parecÃa muy extraño, no podÃa creer que pesara tanto para no tener “nada” adentro. Solo alcance a responder:
“Si mi buen come lumbre, yo se lo entrego” y comencé a caminar hacia la oficina.
Ah y Juárez… No vayas a abrir el sobre, no es para ti, si lo abres no hay pago. –Me gritó.
Esa tarde termine de arreglar mis cosas y firme mi salida, en el bolsillo del pantalón llevaba el sobre, caminé hasta la parada de camiones y esperé. Dos mujeres se acercaron, pero ninguna me dirigió la palabra, dejé pasar 2 camiones de mi ruta esperando a la mujer que no llegaba. La curiosidad me invadÃa, querÃa saber porque pesaba el sobre y que era lo que contenÃa. Eché un vistazo a ambos lados de la banqueta y vi que nadie se acercaba, me aleje de la parada hacÃa un callejón y ahà abrà el sobre.
Una serie de palabras en latÃn, no conocÃa ninguna, de hecho no recuerdo todas pero logre identificar una que se parecÃa mucho a su sinónimo en español: “MALEDICTUS”. El sobre no contenÃa nada en su interior, era una simple hoja de papel color rojo doblada que tenÃa en la parte interior una especie de carta en latÃn, debe ser una broma –pensé-, ¿cómo es que si no traÃa nada pesaba tanto? Volvà a cerrar la carta de la misma forma en que me la habÃan entregado y regresé a la parada de camión.
Una mujer de aspecto raro estaba ahà parada, buscaba a alguien; me buscaba a mÃ.
-¿Eres Juárez? –Me dijo con una voz suave que contrastaba con su cara.
-SÃ, soy yo.
-Vengo de parte de Yobal.
Después de escuchar “la clave”, saqué la carta de mi bolsillo y se la entregué en las manos, las cuales tenÃa cubiertas con guantes negros como de piel. Me pareció muy extraño que ya en ese momento la carta no pesaba nada, era solo un pedazo de papel, común y corriente. La mujer se fue caminando hasta que abordó un taxi, yo por mi parte, me fui a mi casa en un camión.
Esa noche en casa todo bien, la rutina familiar era la misma. Yo en aquellos años comenzaba a vivir con mi esposa y tenÃamos a nuestra primera hija, todo iba relativamente bien. Hasta esa noche.
Esa noche como a las 11 de la noche unos fuertes golpes en la puerta nos pusieron en alerta, tres golpes que parecÃan patadas y que se escuchaban aún más estridentes porque la puerta estaba hecha de lámina. Salà a abrir la puerta de inmediato, salà molesto, no eran horas para estar tocando asà la puerta, pero mi sorpresa fue que no habÃa nadie.
Regresé a la recamara y le dije a mi esposa que seguro habÃa sido una broma de algunos chamacos, que si volvÃan a patear la puerta iba a salir y les iba a pegar de balazos, cuando de pronto la puerta volvió a recibir una serie de golpes. Salà corriendo y de nuevo nada, pero en la calle tampoco habÃa nadie, salà de la casa en busca de los bromistas, pero no veÃa a nadie, me acerqué a la casa de un vecino para preguntarle si no le habÃa sucedido lo mismo, pero nada. Ya me encontraba molesto e incluso decidà dormir en la sala para poder atrapar a quien golpeaba mi puerta.
Toda no noche no pude dormir, si no era la puerta era la ventana de la cocina y si no era mi hija teniendo pesadillas, fue una noche muy pesada. Al otro dÃa me alistaba para regresar al trabajo cuando mi esposa me avisó que un hombre me buscaba y que decÃa llamarse Yobal.
-Buen dÃa, ¿En que lo puedo ayudar? –Dije mientras terminaba de ponerme la camisa del trabajo.
-Buen dÃa amigo, mi nombre es Yobal, estoy aquà para pagarte, tal como lo dijo Roberto -Me dijo con una vez casi robótica, como de comerciales de televisión-, solo quiero saber si cuando entregaste el sobre, este seguÃa cerrado.
-SÃ, yo lo entregué tal y como me lo dio Roberto –Le dije visiblemente nervioso, de eso dependÃa el pago.
-Está bien, entonces no hay problema alguno, dentro de esta bolsa está tu pago. CuÃdalo bien.
El hombre me entregó una pequeña bolsa de terciopelo verde y se marchó. De inmediato abrà la bolsa y comencé a contar los billetes que tenÃan en su interior, eran 5 mil pesos en billetes de 500, tomé 3 billetes para mà el resto lo dejé en la bolsita y se la entregué a mi esposa.
Ese dÃa intenté buscar a “Come Lumbre” en su celda, pero no lo encontraba, lo busque en la zona del patio pero no lo veÃa, pregunté a otro custodio por su paradero y me dijeron que habÃa sido llevado al hospital por un problema del hÃgado. Seguramente lo van a operar –me dijeron- porque se fue escupiendo sangre.
Dejé de ver al hombre durante 3 dÃas, los mismos que estuvo internado, en mi casa todo estaba mal. Mi hija se cayó en el baño y se habÃa fracturado un brazo, mi esposa me marcó asustada porque dice que cuando llegó de hacer las compras, la casa estaba abierta, pensó que alguien habÃa entrado a robar, pero que no faltaba nada y tampoco habÃa encontrado a nadie. Las noches seguÃan siendo imposibles, no descansaba nada. Ruidos, pesadillas, la misma tuberÃa del baño se rompÃa todos los dÃas, incluso cambiamos casi toda la instalación del baño y se seguÃa rompiendo en el mismo lugar.
Tantos dÃas sin poder descansar, me tenÃan de mal humor, ya hasta me habÃa olvidado de hablar con “come lumbre”, hasta que una tarde en mi dÃa de descanso vi salir de la recamara de mi hija a Yobal. De inmediato salà de mi recamara para verlo y ya no estaba ahÃ. Mi hija estaba durmiendo, pero por más que yo intentaba despertarla, no lo conseguÃa. Entre mi esposa y yo la sacamos de la casa para llevarla al hospital y fue recién ahà cuando despertó.
Una vez despierta, nos dijo que se le habÃa subido el muerto, que ella veÃa y escuchaba todo, pero que no se podÃa mover ni hablar, ella intentaba gritarnos, pero no podÃa. Se morÃa de miedo ella juraba que en todo momento nos acompañaba un hombre, pero que una vez despertó ya no lo veÃa. Pedà que nos describiera a ese hombre y nos dijo: Alto como de tu tamaño –el mÃo-, cabello largo y canoso amarrado con una coleta, cejas pobladas, labios gruesos, piel morena y cara redonda, en las manos tenÃa muchos anillos y usaba un pendiente de oro en la oreja izquierda.
Mi hija dice que nunca habÃa visto a ese hombre, mi esposa tampoco, pero yo sÃ, la descripción era la de aquel hombre que se presentó en mi casa como “Yobal”. No dije nada, sabÃa que tenÃa que hablar con “Come Lumbre” y averiguar en qué me habÃa metido.
Al dÃa siguiente en el trabajo fui directo a verlo, fuimos a una de las aulas y ahà nos encerramos.
-Roberto, no sé en qué me metiste, pero necesito que me saques de eso, si quieres tu dinero, aquà tengo los 5 mil pesos, pero no quiero tener nada que ver con lo que sea que tu tengas con ese tal Yobal –Le dije enojado.
-¿Fuiste a ver a Yobal?, tu solo tenÃas que entregar el sobre a la persona que te dije. Nada tenÃas que hablar con Yobal
Hizo una pausa mientras se tocaba los ojos con la mano.
-¿Abriste el sobre verdad?, justo lo que te dije que no hicieras. – Me dijo con mucha seriedad.
Yo lo negué todo, le dije que solo habÃa entregado el sobre y ya. Pero que esa misma noche, comenzaron a suceder cosas extrañas en mi casa, le dije todo lo que estaba ocurriendo desde aquel dÃa, pero mi enojo se fue convirtiendo en miedo y desesperación. Come lumbre me veÃa fijamente, como analizando mis palabras, no decÃa nada, solo me escuchaba. Cuando terminé de contarle todo lo que en mi casa sucedÃa, me dijo:
-Juárez, el sobre no era tuyo y a pesar de mi advertencia, hiciste lo que quisiste. Te dije que si entregabas el sobre al otro dÃa tendrÃas tu pago en la puerta de tu casa. Tu hiciste todo mal, te apropiaste de algo que no te pertenecÃa y aun asà recibiste el pago que creÃste merecer. Ese dinero era una prueba y por lo visto no la pasaste.
-¿Qué era lo que tenÃa el sobre? –Pregunte.
-El sobre tenÃa una maldición, eso era lo que pesaba tanto ahà dentro. – Me respondió.
El hombre se dio la vuelta y comenzó a caminar, yo lo detuve del brazo y le exigà que me ayudara. Come lumbre solo me dijo: “no me vuelvas a tocar”, con una mirada que nunca le habÃa visto.
Los dÃas pasaban y las cosas en casa se ponÃan cada dÃa peor, con mi esposa tenÃamos peleas por cualquier cosa y mi hija decÃa ver gente caminar por la casa en forma de sombras y escucharlas repetir palabras en otro idioma. DecÃa escuchar voces demoniacas que salÃan del baño y de mi recamara. Pero al parecer solo ella podÃa escucharlas. Me obsesioné con “come lumbre”, algo me indicaba que él sabÃa más de lo que decÃa. Ya habÃamos intentado con supuestas brujas, médiums e incluso un padre fue a bendecir la casa, pero las cosas seguÃan sucediendo.
Una mañana llegué al trabajo y mi jefe me citó en su oficina, ahà dentro me dijo que me iban a suspender sin goce del sueldo porque tenÃa una demanda de abuso, la persona que me acusaba decÃa tener un video mÃo golpeando a su padre y a su hijo. La corporación no podÃa hacer nada, vimos el video y el tipo golpeador se parecÃa mucho a mÃ, pero yo sabÃa que no era asÃ.
Mientras estuve suspendido, me puse a investigar todo lo que pude sobre “Come lumbre”, un amigo me facilitó fotos de su expediente. Comencé a frecuentar de manera periódica el barrio en donde se supone vivÃa, comencé a acercarme a lugares que intuà podÃa frecuentar, todo lo que escuchaba de él era muy vago, nada me decÃa realmente a que se dedicaba, ni la gente con la que convivÃa.
En la casa el dinero faltaba, vivÃamos al dÃa y yo tenÃa ya un mes sin recibir sueldo, mi esposa poco podÃa aportar haciendo comida para vender, por lo que tuve que buscar trabajo como velador en una Bodega de plásticos cercana. Ahà conocà a Trinidad, un hombre de edad avanzada que pasaba todas las noches a buscar cosas en la basura para después irlas a vender, diario me pedÃa permiso para llevarse cosas que según él, tenÃan valor. Una noche aquel hombre me contó una historia sobre una mujer que habÃa vendido a su hijo para pagar una deuda que tenÃa con un prestamista.
La mujer de la historia se dedicaba a la prostitución y era drogadicta, habÃa estado pidiendo prestado para pagar su vicio hasta que ya no pudo, cierto dÃa una pareja se acercó a ella y le ofreció dinero a cambio de entregarle a su hijo de 3 años de edad. La mujer aceptó y no volvió a ver a su hijo, pues la mujer murió 1 semana después en condiciones muy extrañas.
Con el tiempo descubrieron que la pareja habÃa comprado al niño con la intención de “entregarlo” a una entidad oscura a cambio de recibir poderes para convertirse en brujos de magia negra, pero que la mujer se habÃa arrepentido y mató a su esposo en la ceremonia donde tenÃan que entregar al niño, entregando al esposo en su lugar.
El niño y la mamá tenÃan fama de ser satánicos, el muchacho creció y se dedicó a andar en la calle robando y vendiendo lo robado, siempre protegido por las fuerzas oscuras a las que él y su madre se dedicaban.
Yo no sabÃa porque me contaba todo esto don “trini”, nunca habÃamos platicado tanto tiempo, por eso lo interrumpÃ:
-Oiga don Trini, pero para que me cuenta todo esto, esa historia ocurrió en sus tiempos, esa gente ya hasta se ha de haber muerto.
El hombre se quedó callado e hizo un gesto de decepción, se agachó por sus bolsas y me dijo:
-Tienes razón muchacho, nada tiene que ver contigo. Pero si te lo digo es porque si no te deshaces de él, él se va a deshacer de ti.
El hombre se fue caminando por donde vino. Esa noche estuve muy intranquilo, no entendÃa lo que me trataba de decir el hombre y tampoco sabÃa que tenÃa que ver con la historia. Al otro dÃa esperé a don Trini con una jarra de café para poder platicar. El hombre llegó como todas las noches y lo invité a sentarse a tomar café y pan.
-Oiga don Trini, perdón que ayer no lo dejé terminar su historia, pero me quedé muy intrigado, termine de contármela hoy. –Le dije casi disculpándome.
-Ah, quieres saber de quién te hablaba verdad?
-Jaja, la verdad es que sÃ, siempre he sido muy curioso.
-Cuidado con esa curiosidad muchacho. Hay quienes han perdido todo por buscarle tres pies al gato.
El hombre se sentó sobre una cubeta y comenzó:
“Ayer te dije que madre e hijo se dedicaban a la magia negra, bueno el muchacho tenÃa fama de que nada le podÃa pasar, se decÃa que todas las mañanas rezaba un rosario de su libro negro, que no es la biblia eh, es otro libro que usan ellos para conectarse con demonios y entidades oscuras”.
“Bueno el muchacho rezaba sus oraciones a su demonio y supuestamente eso lo tenÃa a salvo sin importar el peligro, a cambio él tiene que entregar cada cierto tiempo a alguien para seguir manteniendo su poder, cada vez que no logra cumplir con la fecha, el demonio le quita 5 años de vida natural. Hoy en dÃa el muchacho debe verse como de 60 años o más y eso que debe tener menos de 40, lo que pasa es que ha pasado mucho tiempo preso y ahà no puede entregar tanta gente como quisiera, es preferible estar libre”.
Don Trini contaba y contaba las historias del joven y su madre, una historia cargada de detalles que no puedo recordar a la perfección, pero todas enfocadas a lo mismo, brujerÃa y sacrificios o “entregas” como él les llamaba.
“Esa familia se ha ido cambiando de casa por problemas con la ley y con los vecinos. Durante un tiempo vivieron por mi casa y todos les tenÃan miedo, no solo porque el hijo era un vago ladrón, sino porque, ellos llegaron a vivir ahà porque en su casa anterior intentaron quemarlos vivos. La casa se quemó por completo y a la mujer solo se le quemaron las manos, pero a su hijo nada. Estaban claramente protegidos por algo muy malo. Los vecinos comenzaron a fabricar historias en las que decÃan que el hijo habÃa salvado a su madre, absorbiendo el fuego a su alrededor, desde ese dÃa le comenzaron a decir “el come lumbre”.
“Come Lumbre”!!!, ese apodo me dejó pasmado. De inmediato y sin dejar a don Trini decir una sola palabra, busque en mi celular las fotos que tenia de su expediente y de él, le mostré la foto y le pregunté si hablaba del mismo hombre; me dijo que sÃ.
Busque la fotografÃa donde venÃan sus datos personales y me enfoqué en su fecha de nacimiento. 14 de mayo de 1978 –tenÃa 38 años a la fecha-, pero su cara no coincidÃa con su edad, parecÃa un hombre mucho mayor. Comencé a ver las fotos con más detalle mientras don Trini seguÃa contándome sobre “come lumbre”. En ese momento entró una llamada, era mi esposa.
-Hola amor, ¿pasa algo? Ya es tarde –Le pregunté agitado.
-Acaban de romper la ventana de la cocina con una piedra grande, tengo miedo David, desde que te fuiste he escuchado ruidos en toda la casa y la niña no para de decirme que escucha gritos. Ven por favor.
Colgué de inmediato y le marqué a mi jefe, le expliqué que habÃa ocurrido algo en mi casa y que necesitaba ausentarme esa noche. El hombre muy molesto me dijo que me fuera, pero que no me molestara por regresar y que si algo pasaba durante esas horas serÃa responsabilidad mÃa, no me importó y me fui, don Trini me acompañaba.
-Antes de que llegues a tu casa debes saber algo –me dijo el hombre con un tono de miedo en su voz-, come lumbre y su madre le rezan a una especie de ente maligno llamado Yobaltaban y ellos mismos dicen que ese demonio tiene la capacidad de tomar forma humana para mezclarse entre nosotros y desde que te conocà me di cuenta que fuiste visitado por él, tienes la marca.
Me detuve de inmediato y volteé a ver al hombre.
-DÃgame ¿cómo sabe eso?, ¿quién es usted?
-Hijo, pasé por lo mismo y entre condenados tenemos que apoyarnos –me dijo-, fui vÃctima de ellos hace algunos años. Lo perdà todo, incluso a mi familia, recibà unas monedas de oro y no he terminado de pagarlas. Perdón que te lo diga, pero a estas alturas ya perdiste a tu hijita.
Comencé a correr desesperado, ningún taxi me levantaba, pero no estaba lejos de casa, por lo que decidà seguir corriendo. Llegué llorando a mi casa, buscando a mi hija. Las palabras del hombre me habÃan cimbrado. Corrà a la recamara de mi hija pero no vi a nadie, hasta que un grito que salió del baño me hizo correr hacia allá.
Cuando entré al baño vi a mi mujer sollozando en los brazos de mi hija y con sentada sobre ropa con sangre, de inmediato la llevé al doctor y me dieron la noticia: mi mujer tenÃa 7 semanas de embarazo y esa noche mientras fue al baño, perdió al bebé.
Con mi familia pasamos semanas de sufrimiento, las cosas iban de mal en peor. Obviamente habÃa perdido mi trabajo de velador, pero aun asÃ, todas las noches comencé a ir a esperar a Trinidad a la bodega donde trabajaba.
El hombre me explicó lo de la marca. Me dijo que hace unos años él se acercó a la madre de “come lumbre” para pedirle un favor, necesitaba urgentemente encontrar trabajo porque las cosas no iban bien en casa, sus hijas vivÃan en la misma casa con hijos y ninguna trabajaba, por lo que le urgÃa dinero. La mujer le dijo que necesitaba estar seguro, porque al momento de conocer a Yobal, no habrÃa vuelta atrás. El hombre aceptó desesperado y al dÃa siguiente lo citaron en un cerro a las afueras de la ciudad, le pidieron que llevara un artÃculo personal y alcohol, que ellos se encargarÃan de lo demás.
Una vez en el cerro, caminaron hacÃa una casita hecha con cartones y maderas viejas, por dentro estaba llena de basura, ahà dentro el “come lumbre” comenzó a encender velas de todo tipo y a recitar oraciones muy confusas mientras la mujer bañaba en alcohol a Trinidad.
El viejo habÃa llevado consigo una cadena de oro que le habÃa heredado su madre antes de morir, era su objeto más personal. En el centro de la pequeña casita pusieron un cubo de metal y lo llevaron con hiervas y papeles, echaron un polvo oscuro y un montón de basura, a todo eso le prendieron fuego y arrojaron la cadena de Trinidad, él veÃa impotente esa acción, pero estaba decido a hacer lo que fuera por dinero. De inmediato dos voces diferentes comenzaron a escucharse dentro del lugar, una femenina y otra masculina, la pequeña puerta se abrió y entró un hombre moreno que se presentó como Yobal, sin decir palabra alguna se acercó a Trinidad y le dio una bolsa de terciopelo verde en las manos, dentro de la bolsa habÃan 8 monedas centenario que podrÃan ayudar al viejo a salir de su apuro. La mujer y su hijo se mantenÃan callados con una rodilla en el suelo y la mirada al suelo. Yobal se despidió de Trinidad y le dijo: “Eso vale tu familia, cuÃdala mucho” y se fue de ahÃ.
Al terminar con su ritual, Trinidad preguntó por su cadena y la mujer le respondió que esa cadena ahora estaba en la basura, Yobal le habÃa dado lo que él pedÃa pero a cambio trinidad entregó su vÃnculo familiar, a partir de ese momento él tenÃa 7 lunas llenas para pagar las monedas o de lo contrario la única forma de salir de su condena, serÃa encontrar la cadena de su familia, la cual según ellos “ahora pertenecÃa a la basura”.
Pasando las 7 lunas llenas, las cosas comenzaron a salir mal de manera inmediata. El dinero se lo habÃan gastado en cosas que no les redituaba nada, casi todo se habÃa ido en frivolidades y comida y nunca se preocuparon en pagar su deuda.
Hoy en dÃa Trinidad vivÃa solo, su mujer lo echó de su casa cuando no pudo aportar más dinero, sus hijas también lo culpaban de la falta de dinero y nunca más lo volvieron a buscar. Ambas hijas se enfermaron de cosas graves, sus nietos desde muy pequeños se estaban metiendo al mundo de las drogas y su ex mujer habÃa fallecido a causa de una fuga de gas mientras dormÃa por la tarde. Desde que lo echaron de casa Trinidad se dedicó a pepenar para buscar en la basura la cadena que según “come Lumbre” y su mamá, acabarÃa con su condena.
-¿Ves mis ojos rojos siempre? –me preguntó-, no los traigo rojos por marihuana o porque tenga sueño, esa es la marca de la medición. Poco a poco tus ojos se volverán más rojos hasta que como muchos comiences a llorar sangre.
-¿Qué tengo que hacer para quitarme la maldición? –le pregunté.
-Habla con “come lumbre”, él es el invocador, él tiene la palabra con Yobal.
Un cuñado me ayudó a conseguir un abogado para poder aclarar el caso por el cual estaba yo demandado y suspendido de mi trabajo, al cabo de unos meses eso se resolvió y pude regresar a trabajar. Ahà busque a “come Lumbre” y le pedà que me dijera como quitarme la condena que venÃa cargando, habÃa cometido un error y querÃa arreglarlo.
-Solo yo puedo hablar con Yobal, solo mi voz es escuchada por él y es por eso que mucha gente recurre a mà –me decÃa mientras prendÃa un cigarrillo-, esa condena era para una persona y fue un encargo que me hizo el director del penal.
-Pero si la condena no era para mÃ, ¿por qué tengo yo que pagar por todo? –lo interrumpÃ.
-Abriste la carta e inmediatamente te hiciste acreedor de ella, ahora Yobal te va a consumir por completo, a menos que pagues la deuda original.
-¿Cuánto? –Pregunté.
-No se trata de dinero. Al director del penal le asesinaron a un hijo hace años en Saltillo y ya supo quién fue y lo quiere ver sufrir como a él lo hicieron sufrir,-Me dijo muy serio y siguió- Esa condena se paga con lágrimas de sangre.
Después me explicó que para pagar mi condena tenÃa que causarle dolor al asesino del hijo del director hasta que este no aguantara más. Pregunté dónde podÃa encontrarlo y me dijo que el tipo estaba preso en una ciudad del norte del paÃs que prefiero no revelar.
Después de pensarlo y hablarlo con la familia, decidà alejarme de todo lo que tenÃa que ver con “Come Lumbre”, hoy en dÃa las cosas van bien, podrÃan estar mejor, pero en mi situación no puedo quejarme. Las cosas en mi familia han mejorado, mi hija es adorable y económicamente mi vida se siente bien, él único que no se siente bien soy yo. Soy despreciable.
Hablé con el director del penal y le expliqué lo sucedido con el pedido que le hizo a “Come Lumbre”, al principio lo negó y lleno de ira me dijo que si volvÃa a mencionar el tema me quitarÃa el trabajo, pero yo le ofrecà algo más, le dije que me buscara un cambio al penal donde estaba preso el asesino de su hijo y que yo me encargarÃa de cumplir con la condena, yo estaba ahora igual de interesado que él en que la condena se cumpliera. A partir de ahÃ, el director me puso atención a todo lo que le dije. Seis meses después se dio mi cambio y pensando en la vida y tranquilidad de mi familia, me he dedicado a hacerle miserable la vida a un tipo que no me hizo absolutamente nada.
De Yobal ya no se nada, no lo he vuelto a ver, mi hija tampoco. Entiendo que mientras yo cumpla la condena de aquel hombre, estoy pagando la mÃa. En pocas palabras estoy cumpliendo una doble condena.
Créditos a su autor.
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