😱La Llorona en la plaza López Mateos.😱
En Atizapán de Zaragoza hay muchas historias de las noches silenciosas y frÃas noches. Cuenta la señora MarÃa Elena RodrÃguez Cureño, que cuando ella vivÃa frente a la plaza López Mateos, justo enfrente del antiguo palacio municipal, por los años 80's, siendo de madrugada, entre 2 y 4 de la mañana, refiere se sentÃa intranquila, con un frió en el ambiente y gran soledad, en una noche con un extraño silencio. Cuando intentaba dormir de repente oyó lamentos de mujer, como cuando duele el estómago; oyó también unos ruidos muy poco comunes, pero no les hizo caso e intentó dormir, sin éxito. En ese momento recordó que tenÃa alguna ropa en el tendedero, que habÃa lavado un dÃa antes y aprovechando su insomnio subió a la azotea para recoger la ropa; grande fue su sorpresa, cuando al voltear hacia la calle, vio en la esquina sur de la plaza a una mujer de pelo rubio, ropas blancas y un velo que dejaba una pequeña estela de luz muy tenue a su paso.
El cabello largo no dejaba ver la cara de la mujer, y para cuando volvió en si MarÃa Elena' de su sorpresa, la mujer pasó frente a su casa, en la esquina de la plaza López Mateos y la calle Ayuntamiento, dio vuelta y siguió con dirección a la calzada San Mateo; vio como avanzaba lentamente, y al pasar frente a la escuela Doctor Mariano Gerardo López la imagen empezó a elevarse lentamente, hasta desaparecer en la oscuridad de la noche. Aún en estupor, MarÃa Elena bajó hasta el cuarto donde dormÃa y en el camino, donde hay una puerta que comunicaba a la sala, habÃa un vidrio roto; al voltear vio una cara de un señor desconocido, con sombrero y traje de catrÃn, quien la miraba detrás de la puerta.
MarÃa Elena pegó un gran grito, pero no dejó de correr hasta su recamara y se metió entre las cobijas; con el grito se levantaron todos en su casa, a quienes contó lo sucedido, pero no le creyeron nada. A pesar de esto, ella guarda este suceso en su memoria, como parte de ella misma.
Relato de MarÃa Elena RodrÃguez Cureño, del centro de Atizapán.
El cabello largo no dejaba ver la cara de la mujer, y para cuando volvió en si MarÃa Elena' de su sorpresa, la mujer pasó frente a su casa, en la esquina de la plaza López Mateos y la calle Ayuntamiento, dio vuelta y siguió con dirección a la calzada San Mateo; vio como avanzaba lentamente, y al pasar frente a la escuela Doctor Mariano Gerardo López la imagen empezó a elevarse lentamente, hasta desaparecer en la oscuridad de la noche. Aún en estupor, MarÃa Elena bajó hasta el cuarto donde dormÃa y en el camino, donde hay una puerta que comunicaba a la sala, habÃa un vidrio roto; al voltear vio una cara de un señor desconocido, con sombrero y traje de catrÃn, quien la miraba detrás de la puerta.
MarÃa Elena pegó un gran grito, pero no dejó de correr hasta su recamara y se metió entre las cobijas; con el grito se levantaron todos en su casa, a quienes contó lo sucedido, pero no le creyeron nada. A pesar de esto, ella guarda este suceso en su memoria, como parte de ella misma.
Relato de MarÃa Elena RodrÃguez Cureño, del centro de Atizapán.
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