😱El fantasma del rancho de la condesa.😱

El rancho de la condesa, estuvo situado en la salida del viejo pueblo de Atizapán rumbo a la ciudad de Tlalnepantla, ocupó lo que es hoy las Alamedas y Lomas de Atizapán, allí existió una casona con una gran historia, esta fue propietaria de varios personajes importantes en el pasado, se dice que en esta finca vivió una hermana de Amado Nervo y que en mas de una ocasión estuvo de visita en este rancho.

Entre sus antecedentes se sabe que durante la colonia fueron tierras del “Rancho de los Delgado”, limitó con el pueblo de Calacoayan, hacienda de Santa Mónica, pueblo de Atizapán, hacienda de “El Pedregal” y rancho de San Miguel Chiluca. Funciono como rancho hasta bien entrado el siglo XX, cuando se empezaron a construir fraccionamientos como Las Alamedas, Lomas de Atizapán Etc.

En el casco del rancho había caballerizas donde llegaban los arrieros que bajaban de Monte Alto jalando sus mulas o caballos cargados de madera para la construcción de casas. Este era un lugar de descanso para estos personajes que por lo regular llegaban tarde, casi oscureciendo y ahí pasaban la noche para al día siguiente proseguir con su viaje. Nos cuentan que una persona de nombre Octavio Roa Nolasco, un buen día llegó ya cansado con sus animales cargados de madera, se dispuso a dormir en las misma caballerizas, apenas había cerrado los ojos y sintió una fuerte mirada que provenía de alguien que estaba cerca de la puerta, al abrir los ojos vio un bulto blanco, con figura humana que flotaba como a 30 centímetros del suelo, sin movimiento, sentía su mirada pero no le podía ver la cara, aun cuando estaba medio alumbrado con un “quinke” (un envase de vidrio en su interior contenía petróleo y en su parte alta una mecha que se le prendía con fuego y alumbraba), Octavio no se espantó de momento, le preguntó que quien era, que quería, sin recibir respuesta el bulto blanco se fue sin hacer ningún movimiento, tomó rumbo a la puerta que estaba cerrada y salió sin abrir la puerta, solo traspasó la vieja puerta de madera. Varias veces se repitió este mismo episodio.

Otro relato del mismo bulto blanco se hizo presente en esas mismas fechas, allá por los años de 1950 a 1960, en la misma época del relato anterior, cuando aun había poco trasporte de Tlalnepantla a Atizapán, una familia humilde, recién casados de apellidos González Guzmán trabajaban una pulquería ubicada a la orilla de las vías del ferrocarril que llegaba a Tlalnepantla, por lo regular cerraban el negocio entre 10:00 ú 11:00 de la noche, se trasladaban en bicicleta de carga con porta bulto a su domicilio, siempre llegaban a su hogar pasadas las 12:00 de la noche. El señor González conducía la bicicleta, la señora atrás sentada en el portabultos, en ocasiones cargaban con uno de sus hijos pequeños. En una ocasión cuando iban rumbo a Atizapán, por esa vieja carretera de doble sentido recién pavimentada (1940 y luego 1948 la repavimentada) a la altura del casco del rancho de La Condesa, alguna vez propiedad de la condesa de Miravalle de ahí el nombre del rancho, iban como siempre platicando de cómo les había ido en el negocio, cuando de repente vieron un bulto blanco con figura de humano deslizándose sobre las hierbas a la orilla del camino, vieron como se les iba encima pero antes de tocarlos se desvanecía, en otras ocasiones el bulto rodaba de sur a norte sobre un camino que había al interior de la vieja casona, siempre sin hacer ruido flotaba sobre las ramas y con rumbo a ellos, pero nunca hizo contacto con este matrimonio ya muy familiarizado con el fantasma, cada que pasaban sabían que lo encontrarían, nunca intentaron preguntarle que quería. 

Tiempo después vino al urbanización, primeramente se formó el fraccionamiento Jardines de Atizapán, luego las Alamedas. Cuando se construyó este último fraccionamiento metieron máquinas para derrumbar la vieja casona, un operador una máquina, metió la pala de fierro y al alzarla empezaron a salir lingotes y monedas de oro, eran como 5 barriles de los pulqueros, inteligentemente este operador de la máquina, dejó caer la pala y le quitó unos alambres a la escavadora, dijo que se había descompuesto, que llamaran a los mecánicos para que al día siguiente por la mañana las arreglaran, esa misma noche llegó el chofer de la excavadora y en animales estuvo haciendo varios viajes durante toda la noche, hasta una casa abandonada donde escondió el dinero. Desde ese día no volvió al trabajo, dejó la maquina varada y solo en algunas ocasiones se le veía llegar por las tardes a la casona abandonada, hasta que un día ya no se le vio mas. Posterior a este evento también el bulto blanco del rancho de la Condesa no se volvió a ver mas. Todo parecía indicar que el bulto blanco anunciaba la presencia del dinero en ese lugar, en esos días otro trabajador encontró una moneda de oro con fecha de 1917 revuelta entre la tierra. 

Dicen que cuando no les toca el dinero, el diablo anda enojado.

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