Historias del Abuelo El Gato
Mi abuelo nació y creció en San Miguel el alto Jalisco, su nombre
Francisco Varela, hombre honrado y cabal, de carácter fuerte, pero
aplacible como pocos, dedicado a los menesteres del campo y a criar a
sus 8 hijos. Él tenía por costumbre levantarse a las 5 de la mañana,
para alimentar a los pocos animales con los que contaba, después tomaba
el desayuno y se iba a la labor, como el trabajo era mucho, por lo
regular lo agarraba la noche, era común que en el trascurso de su
trabajo a la casa, se encontrara con algunos vecinos que estaban en la
misma situación que él, pero una noche noto que la vereda estaba
desolada, ni una sola alma, solamente lo acompañaba la luz de la luna,
comenzó su camino como tantas veces lo había hecho, silbando viejas
canciones, para no sentir tanto la soledad.
Llego a un pequeño arroyo, el cual por suerte no llevaba agua, de repente comenzó a sentir un aire muy frio, que le helo hasta los huesos, cuando de entres las ramas de huizache escucho una voz muy ronca que le decía “buenas noches don pancho” a lo que le contesto, “buenas noches le de dios” y voltio para ver quien lo había saludado, cuál fue su sorpresa que entre las ramas solo había un gato negro con los ojos bañados en sangre y que al verlo el gato soltó una carcajada y le dijo “que no quieres que te acompañe a tu casa, pa que no estés tan solo”´, el abuelo comenzó a correr lo más rápido que podía, pero parecía que no avanzaba nada, mejor se puso a rezar lo primero que se le vino a la mente, fue en ese momento en que escucho la risa del gato, pero como si esta se fuera desvaneciendo con el aire.
Como pudo llego a su casa, y le conto todo a mi abuela, entre los dos se pusieron a rezar el rosario hasta que amaneció. El abuelo nuca más volvió a pasar por ese arroyo, desde ese día busco otra vereda para llegar a su trabajo, aun que le llevara más de una hora llegar.
Llego a un pequeño arroyo, el cual por suerte no llevaba agua, de repente comenzó a sentir un aire muy frio, que le helo hasta los huesos, cuando de entres las ramas de huizache escucho una voz muy ronca que le decía “buenas noches don pancho” a lo que le contesto, “buenas noches le de dios” y voltio para ver quien lo había saludado, cuál fue su sorpresa que entre las ramas solo había un gato negro con los ojos bañados en sangre y que al verlo el gato soltó una carcajada y le dijo “que no quieres que te acompañe a tu casa, pa que no estés tan solo”´, el abuelo comenzó a correr lo más rápido que podía, pero parecía que no avanzaba nada, mejor se puso a rezar lo primero que se le vino a la mente, fue en ese momento en que escucho la risa del gato, pero como si esta se fuera desvaneciendo con el aire.
Como pudo llego a su casa, y le conto todo a mi abuela, entre los dos se pusieron a rezar el rosario hasta que amaneció. El abuelo nuca más volvió a pasar por ese arroyo, desde ese día busco otra vereda para llegar a su trabajo, aun que le llevara más de una hora llegar.
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