El Perro de la Cruz Verde

De las leyendas fantásticas de Hecelchakán, hoy relataré la del Perro de la Cruz Verde. Empezaré por hacer mención que en el cruzamiento de las calles 14 con 23 del barrio de San Antonio hay una cruz verde enclavada ahí desde hace mucho tiempo. Una de las referencias del por qué se encuentra en dicho lugar es esta leyenda que en seguida les cuento:

Dicen los abuelos, que mucho saben de historias antiguas y de tradición oral, que hace mucho tiempo solía salir un perro negro de un lugar donde había una cueva y todas las noches asustaba a los que a altas horas de la noche aún andaban por las calles del lugar que hoy se llama Chencauich.

Las cuevas nos recuerdan la cosmovisión ancestral de los mayas que las reconocían como el lugar del Inframundo, el lugar de la oscuridad donde el dolor y la muerte tenían su reino. Eran lugares temidos y ahí los dioses del amor y del sol acudían después de cada atardecer para combatir, durante la noche, a Ah Puch, la muerte, y salir triunfantes cada amanecer después de arrebatarles la vida y el amor.

Se comenta que este perro negro tenía los ojos encendidos de fuego y salía a comer carne fresca y sangre de animales, aves o murciélagos. Siempre recorría las calles, desde las cuevas hasta la escuela primaria que se encuentra en Chencauich, en cuyos techos solía desaparecer. Los habitantes se encontraban muy asustados y apenas entraba la noche se resguardaban en su casa y prendían una veladora.

En una ocasión un borrachito que parecía no temerle a la aparición lo esperó muy cerca de la escuela y al verlo le disparó, pero las balas no le hicieron nada al perro. El borrachito despavorido al ver que se le acercaba el perro corrió y corrió, y del susto se le quitaron los efectos etílicos refugiándose en su casita de huano.
Los vecinos del lugar al verse sin la tranquilidad habitual de las noches se organizaron para enfrentar al perro de la Cruz Verde. Tomaron sus cruces y agua bendita y lo esperaron en el techo de la escuela de Chencauich. Como a las dos de la mañana escucharon los aullidos del perro y cuando llegó lo acorralaron con las cruces y le arrojaron el agua bendita. Ahí mismo desapareció el perro y nunca más volvió a aparecerse.

Desde esa vez los vecinos pusieron una cruz verde en la cueva donde solía aparecer el perro y la tranquilidad retornó a las noches de Hecelchakán. La cruz verde es el símbolo de la Ceiba sagrada en la cosmovisión maya, es el Yaxché donde los muertos acuden para encontrar paz y amor. Es el símbolo de las cuatro direcciones del mundo y del universo. El símbolo sagrado de los mayas.
Desde entonces la tranquilidad reinó nuevamente en las calles y los vecinos salían a conversar a las puertas de su casa, disfrutando de la frescura del viento y la contemplación de las estrellas.

“Esta leyenda me la contaron mis papás y mi abuelo para que sepamos por qué se llama El Perro de la Cruz Verde”, dice Elda Celedonia Puc Garrido.

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