Los fantasmas de los chamanes muertos

Para esta historia nos trasladamos hasta Morelia.

Hace por lo menos 300 años, en la esquina de Antonio Alzate y Sánchez de Tagle en las tardes y en las madrugadas, los ancianos realizaban ritos, como era su costumbre para agradecer a la vida, solicitar la salud de aborígenes enfermos o simplemente para estar en armonía con la naturaleza.
Hace 300 años. Otro tiempo. Otra historia. La continuidad de la vida, después de la muerte.

Imaginamos:

Aquella madrugada el estruendo de los tambores dio paso al melancólico sonido emitido con una caracola por un indígena, abriendo así un ritual de ofrenda al sol y agradecimiento a la tierra por la vida.
En medio del humo que nacía de una fogata de madera de palo santo, incienso y otras hierbas, los indígenas pronunciaron siete veces, y mirando a cada punto cardinal, la palabra "juyayai", que expresa el amor incondicional entre los seres humanos.
El ritual terminó, aquella mañana de hace 300 años. En un abrazo colectivo mientras el sacerdote del sol rociaba agua con un clavel blanco sobre las semillas (evocando fertilidad) y se entregaba a los espectadores la fruta y las flores que se usaron en la ceremonia.
A menudo los chamanes rescataban almas perdidas, se comunican con los espíritus, hacen hincapié en la interconexión de sus pacientes con la comunidad y con la tierra, facilitan la purificación espiritual , interpretan sueños y visiones, subrayan la importancia del crecimiento espiritual como objetivo personal en la vida, la de ser útil a la humanidad y naturaleza. 
Los ancianos, brujos, curanderos, sabios y la comunidad indígena adoraban diariamente a sus dioses y rendían tributo a la tierra, la madre de ellos, por lo que era muy común el aire, el fuego, la tierra y el agua, los cuatro elementos.

Hace 300 años...

Los ritos hace años, en esta zona, ubicada a pocos metros del bosque Cuauhtémoc, eran comunes y todo indica que los aborígenes podrían haber estado en este lugar hace muchos años y ahora en los tiempos actuales, no es raro que los fantasmas de ellos sigan presentes y fuertes, en armonía con quienes habitan esta casa centenaria.
Muy cerca está ubicado el que antiguamente fue conocido como el bosque de "San Pedro", a un costado del sur del Acueducto. En la época virreinal, contaba con su propia capilla y plaza, sus extensos cultivos y jugosos frutos lo convertían en el lugar predilecto para un día de campo o un elegante paseo por carruaje. Ahora la frondosa zona es uno de los "pulmones de la ciudad" y el parque más grande que hay en la ciudad. 
En esta casa se supo que al paso del tiempo y cuando se fue poblando por habitantes españoles, purépechas, aztecas y pirineas, surgió la construcción de la misma y desde ahí vigilaban que los esclavos trabajaran en la producción de hortalizas, por lo que los malos tratos e incluso homicidios fueron el pan nuestro de cada día, lo cual fue acumulando fantasmas que se mezclaron al paso de los días.
En este actual 2010, mas de 300 años después de lo referido, nos encontramos en esta casa habitada por personas quienes mucho tienen que ver con las tradiciones indígenas y sobre todo con los ritos ancestrales. ¿Extraña coincidencia?

HECHOS SOBRENATURALES

En esta casa, justamente en el segundo piso y en dos cuartos ocurrieron hechos importantes. En uno de los cuartos, dos jóvenes estudiantes, quienes se encontraban en el lugar constantemente en las noches eran molestados por un fantasma que regularmente hacía acto de presencia en las madrugadas.
Cuentan los dos jóvenes que cuando estaban dormidos "alguien" se presentaba y les jalaba las cobijas o de plano los tocaban en alguna parte del cuerpo, cuando se despertaban se daban cuenta de que no había nadie, por lo que tuvieron que dormir con la luz prendida
Cuando alguno de los dos se encontraba solitario, y sobre todo si esto ocurría en la noche, entonces las manifestaciones eran más fuertes que de costumbre. El miedo que sentían por estos hechos los llevó a abandonar la casa, porque al final de cuentas uno de ellos enfermó, puesto que no podía conciliar el sueño.
La dueña de la casa entendía perfectamente lo que pasaba en el lugar, pero nunca emitió advertencia alguna.
Como tampoco hizo comentario en cierta ocasión cuando una jovencita, quien durmió en un cuarto contiguo al de los estudiantes, pudo sentir el acercamiento de un fantasma que en forma muy erótica se acercó a ella y sintió cómo comenzó a recorrerla de pies a cabeza.
Ella quedó petrificada y nada pudo hacer, incluso cuando sintió que aquella energía era capaz de tenerla inmóvil y secuestrada en esta pasión paranormal. Lógico que cuando pudo reaccionar, se levantó de la cama y fue a contar la extraña experiencia de lo sucedido en el momento
Al día siguiente se retiró de la casa, pero pocas veces pudo contar este suceso que marcó su pensamiento, sobre todo no había podido explicar por qué le ocurrió un hecho tan especial y de esta manera.
Mientras tanto en el segundo piso, justamente en lo que es la azotea la familia, sentía la presencia de fantasmas que correspondían a la de aquellos indígenas que hace mas 300 años habían realizado rituales mágicos de sanación y de veneración hacia la madre tierra.

Lo más curioso de todo lo anterior es que en este domicilio viven o vivían, porque ya no están más en el lugar, una maestra con fuerte arraigo a las costumbres indígenas y su hijo, casado, quienes, los esposos, están dedicados a rescatar el mundo de la música y tradiciones prehispánicas
El recorrió las comunidades indígenas del país, abrevó en los cuatro elementos y ha estado dedicado al mundo del chamanismo, en una forma de dar continuidad a la misión de estos seres que se encuentran aún en esta casa y donde además se mantienen vigilantes y arraigados
En el caso de ella, la mamá, sus características indígenas corporales la delatan como una especie de reencarnación que pudo haberse dado al paso de los años y desde luego que con su silencio, trataba de guardar los secretos de los fantasmas de estos magníficos seres, los cuales no son malos, sino que por el contrario se convierten en vigilantes de esta familia.

SE REPITEN LOS HECHOS

Cuando alguna persona llega a esta casa y se sentaba un rato a descansar, a los pocos minutos entraba una
calma especial en los visitantes, que terminaban por quedar dormidos, era una regla sin excepción.
La dueña de la casa explicaba que ella había estado muy cerca de estos seres y que hay una cierta armonía con ellos, por lo que las figuras fantasmagóricas que podían ver los inquilinos eran normales, puesto que ahí se llevaron a cabo añejas prácticas ancestrales indígenas y por lógica esta fuerza y este poder se manifestaban de esta forma.
En no pocas ocasiones han visto a los indígenas realizar sus ritos y podríamos afirmar que los inquilinos participan en ellos, a distancia de unos más 300 años en que ocurrieron estos sucesos.
Y es que las creencias sobre este aspecto son muy interesantes y explica que entre los indios "Cree" del Canadá, estiman que la muerte es un pasaje a otro tipo de vida, a un lugar dónde acuden las almas que han completado su tránsito por esta vida.
En México, en una reminiscencia de las culturas precolombinas, la celebración del día de los muertos revive una atmósfera festiva, porque a los difuntos "se les permite" visitar a sus familiares.
En las religiones monoteístas, la muerte es el paso del espíritu a la vida eterna, junto a la presencia de Dios. Desde el punto de vista de la ética cristiana, el hombre es un fin en sí mismo, con destino de vida eterna. La vida es un don de Dios y su dignidad se fundamenta en que cada vida tiene significado y valor intrínseco.
En la cultura occidental, permeada por las religiones judeo-cristianas, se concibe la muerte como un castigo por el pecado original, como una pérdida, ya que el hombre habría sido creado como un ser inmortal. Los ritos funerarios constituyen un duelo que no ha podido integrar la muerte como una parte constitutiva de los fenómenos vitales.

Pero la muerte para un indígena brujo o con poderes Chamánicos el dejar la vida tiene especial relevancia puesto que al otorgar la salud y el beneficio termina por ser un ser religioso que merece estar en la tranquilidad de otro mundo. Es por ello que esta casa ubicada en Antonio Álzate tiene fantasmas que son guías de ancianos conocedores de las leyes naturales y que convertidos en chamanes pudieron trascender la línea delgada entre la vida y la muerte, entre el punto débil de la vida y el amplio de la muerte.
Lo que no se explica es porque habiendo espíritus tan fuertes se permita que otros de menor vibración estén en el lugar, quizás estos últimos pudieron vencer las resistencias y es por lo tanto que esta familia hubo de abandonar la casa por algunos conflictos de herencia.
Al salir esta familia, con ella se fueron los guardianes, los espíritus y ahí debieron haberse quedado aquellos que energéticamente están muy bajos de nivel, por lo tanto es muy seguro que sigan molestando a los vivos con apariciones y con la serie de travesuras que cometen a diario.
De verdad que lo que ahí acontece es para aponer los pelos de punta.
Es fuerte lo que ocurre ahí. Es de terror, pero también de mucha armonía, en un contrasentido que dejan los fantasmas al manifestarse a los vivos

Los Fantasmas, Alejo Castillo, El Sol de Morelia, 2 de Junio de 2008

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